jueves, 6 de febrero de 2020

Don José Luis

“Amanece que no es poco” no necesita reivindicación… ahora. No era fácil defender ese tipo de cine cuando la película fue estrenada, y nos daba igual, más que nada porque el propio espíritu de la película dejaba muy claro que ese tipo de cosas nos tenían que dar igual. Es cierto que llegó tan solo dos años después de “El bosque animado”, que en mi opinión es la película que mejor describe la Galicia en la que yo crecí, que sé que hay y sobre todo hubo otras, pero me fueron ajenas, nunca estaré lo suficientemente agradecido por ello, es cierto que el libro ya escribe medio guion, pero luego hay que ser capaz de plasmar eso en un arte diferente, y el director y todo su equipo lo hicieron perfectamente. Volvamos a la primera, en la que ya el título es una mezcla de genialidad y agradecimiento a veces poco apreciada:

Ese mundo en el que todos querríamos vivir, en el que el tonto del pueblo se puede elegir y además va por turnos, porque de otro modo no es justo para el que le toca;
ese mundo en el que alguien además de pertenecer a una etnia determinada es “negro como un tizón”;
ese mundo en el que hay quien quiere hacerse intelectual porque “no tiene nada mejor que hacer”;
ese mundo en el que más de treinta años antes de Instagram, los autorretratos y los blogs presumiendo de viajes, ya había alguien haciendo postales en el campo para que “total nadie fuera a verlos”, anticipando un desinterés que ahora provoca el exceso de información y de ansia por exponer la mejor versión de la vida propia, ya saben, “me gustaría ser tan interesante como cualquiera de mis perfiles”;
ese mundo en el que las fuerzas del orden por innecesarias son un sinsentido que se lía a tiros con el sol porque amanece por el lado contrario al que suele hacerlo;
ese mundo en el que encontró una forma amable, y en una sola frase, de como los padres de aquella generación solían presumir de la cualificación académica y el plurilingüismo de sus hijos "ingenieros en Oklahoma";
ese mundo en el que todo se confabula para que fracase algo tan absurdo como el suicidio;
ese mundo en el que en la escuela se canta y se disfruta, en vez de ser la primera experiencia laboral de la vida;
ese mundo casi ideal quizá no lo creó Don José Luis, pero si supo encontrar la forma de exponerlo, de explicarlo, de incluso saber reírse de él y contárnoslo con humor y cariño, y esa es una de las cosas que más me gustan, en la película queda claro que el creador siente cariño por todos los personajes, de forma diferente, pero cariño al fin y al cabo, y ese cariño queda claro solo teniendo en cuenta que no hay un claro protagonista, todos son necesarios y ninguno contingente, justo al revés de lo que parece que la sociedad pretende actualmente, vivimos días en los que el deporte de equipo no existe, somos la suma de todos los egos individuales compitiendo entre ellos. En esta historia el protagonista es el pueblo, el colectivo, como seguramente no puede ser de otra manera. A lo mejor fui muy afortunado al disfrutarla por primera vez a la edad adecuada, doy gracias por ello, a todos, claro, y especialmente a Don José Luis, por supuesto.