martes, 19 de mayo de 2020

Mr. Rock and Roll

Hay pequeños detalles que hacen que asistir a un espectáculo haya valido la pena incluso aunque este no haya cumplido expectativas, he oído incluso a aficionados al fútbol decir que a veces algunas jugadas o gestos técnicos de jugadores les han pagado la entrada a pesar de sufrir la derrota del equipo al que animaban.

Pasa también en películas, claro: la imitación de Charlot que Johnny Depp hace en Benny & Joon; la aparición de John Goodman en” O Brother”; la contestación de Hooker a Gondorff cuando le intenta dar su parte al final de “El Golpe”; la escena de la megafonía en “La vida es bella”.

Son pedacitos de cielo que le reconcilian a uno con el mundo, demostraciones de genialidad de los creadores, a veces pueden incluso arreglar un mal día, y también demuestran que no hay que buscar siempre la excelencia, cuando aparecen en películas “menores” nos hacen recordarlas con cariño.

También es cierto que las obras maestras suelen estar confeccionadas de momentos de ese tipo, y por eso lo son. Hay una definición de obra maestra que me gusta mucho para diferenciarlas de una buena película, ambas imprescindibles:

• Buena película, por ejemplo “E.T.”: la primera vez que uno la ve, en el momento de la supuesta muerte del extraterrestre, llora; la segunda, cuando va a llegar ese momento, uno piensa: “ah, ahora es cuando se muere”, y ya.
• Obra maestra, por ejemplo “El hombre que mató a Liberty Valance”: todas y cada una de las veces que uno la ve, empieza la película llorando por la muerte de Tom Doniphon.

Lo que viene ahora va dirigido a personas que ya hayan visto la película:

“Cadena perpetua” me gusta mucho, me parece una obra maestra, suele salir muy cercana a lo más alto en listas de preferidas por el público de entre todas las de la historia del cine, y lo entiendo perfectamente. No es mi lista, creo que nunca la colocaría tan arriba, pero también es cierto que cada día y en cada estado de ánimo confeccionaría una lista distinta, así que mi criterio en cuanto a cine es demasiado inestable para ser riguroso.

Decía Morgan Freeman que había sido un gran error acortar el título, el relato en el que está basado se titula “Rita Hayworth y la redención de Shawshank”, el nombre de la actriz le parecía un estupendo reclamo, puede que tuviera razón. Desde mi punto de vista fue un error peor todavía la traducción al español, la película es la historia de una amistad fraguada en muy difíciles circunstancias, pero también la exposición de varias redenciones, varios de ellos han cometido crímenes horribles, pero aquí se cuenta otra cosa, por eso dicen que son casi todos inocentes, no para salir de allí, saben que ni merecen eso ni pasará, es más para cortar con esas personas capaces de hacer cosas terribles que eran antes. La entrevista final que hacen a Red y en la que consigue por fin salir de la cárcel sin esperarlo es otra maravilla, simplemente dice lo que piensa, pero hay una frase definitiva: “aquel muchacho ya no está y solo queda este viejo”, demostrando que es otra persona, si quieren que siga allí, que así sea, pero deja claro que es otra persona. La decisión del funcionario demuestra al espectador que muchas veces dependemos más de lo que creemos de la suerte y de con quién nos encontremos, por eso no hay que admirar demasiado al bondadoso ni odiar el malvado, las circunstancias podrían haber provocado malas acciones en los primeros y explicar sin justificar las de los segundos.

La película tiene varios momentos de los comentados unos párrafos más arriba:

• “Las cosas buenas no hace falta entenderlas” dice Red después de escuchar la ópera en italiano que Andy hace sonar por la megafonía, recordar esa escena me hace sentir escalofríos, y verla me emociona siempre. El siguiente comentario es todavía más sabio: “Por unos instantes, hasta el último hombre de Shawshank se sintió libre”, explica perfectamente el poder liberador del arte. Por cierto, la escena fue idea de Tim Robbins, demostración de genialidad y de que las obras maestras suelen ser trabajos de equipo.

• La escena del tejado, cuando se revela que Andy puede ser un estupendo asesor financiero, pero no la escena en sí, el final, con Andy rechazando su cerveza con una sonrisa, su satisfacción es la felicidad de sus amigos, no se le ocurre nada que les pueda gustar más y no le importa pagar el precio de no disfrutarlo él.

• Cómo recuerdan a Andy cuando ya no está, agradecidos de haberle conocido, de haberle disfrutado. Hay personas así, la gente es feliz con el mero hecho de recordarles, provocan sentimientos alegres incluso cuando ya no están, creo que está muy bien explicado en esta película y creo también que es una referencia a como Dragline hablaba de Luke en mi adorada "La leyenda del indomable" cuando éste ya era libre, libre de otra manera, pero por lo menos ya no estaba preso.

Ahora lo que más me gusta de la película, el personaje que en su día rechazó Brad Pitt, y que, lo siento Brad, yo no hubiera rechazado nunca: Tommy Williams, estupendamente interpretado por Gil Bellows, vamos a ver por qué:

1.- Tommy llega al grupo después de pasar trece años de cárcel en cárcel, y lo hace en el año 65, lo que quiere decir que lleva con su “comportamiento” desde el 52.

2.- "Enseguida nos cayó bien" comenta Red cuando su voz como narrador presenta el personaje.

3.- Apenas sabe leer, pero “es mucho más listo de lo que él mismo cree” según Red.

4.- Su carácter alegre y su forma de ser dan un nuevo espíritu al grupo, más desenfadado, un poco canalla.

5.- Al ser preguntado si ayudaría a su amigo ante un juez contesta: “denme una oportunidad”.

6.- Muere a manos del sistema, que le mata para no perder la herramienta que le hace poder seguir siendo corrupto.

7.- Cuando se muere todos sufren y pierden la esperanza, pero el comentario de Andy es: “la esperanza es algo bueno, y las cosas buenas no se mueren nunca”.

Sabiendo que el autor es un gran fan, no tengo duda de que Tommy representa el Rock and Roll, incluso le define así Red con el comentario “enseguida nos cayó bien, Mr. Rock and Roll”.

Las razones de los puntos anteriores:

1.- Las fechas coinciden con los años de mayor esplendor o por lo menos impacto en la sociedad de ese tipo de música y estilo de vida.

2.- Fue el primer movimiento social que impactó por igual a la juventud de todas las clases sociales, razas, orígenes; algo así no tiene precedente.

3.- Algunos académicos rechazaban la capacidad para tocar de los rockeros porque decían que eran músicos mediocres, pronto entendieron que el talento y la actitud pueden suplir esa carencia y provocar sentimientos igualmente.

4.- Es contagioso, hay canciones que uno no puede escuchar sin menearse, otras sin sentirse triste, otras alegre, pero todos esos sentimientos penetran más en compañía, de ahí que los conciertos sean algo así como un disfrute colectivo.

5.- Quiere ayudar a su amigo porque es de su "banda", le dan igual las consecuencias, él es un gregario y si puede ayudar al que le ayudó primero no lo dudará.

6.- El sistema intentó acabar por todos los medios con el Rock and Roll cuando comprobó que no era una moda pasajera, que había despertado en la gente un sentimiento verdadero de que había otra forma de vivir, de tener principios diferentes e igual de válidos, incluso más.

7.- Nada volverá a ser igual, por eso Andy dice lo que dice, algo que ha cambiado tanto las cosas y la vida de la gente no puede morir nunca, ni asesinado.


El sistema intenta matar el Rock and Roll, pero el espíritu que este ha despertado en Andy es la gota que colma el vaso de sus ansias de libertad, y hasta el sistema sufre las consecuencias, nunca vuelve a ser el mismo.

Stephen King nunca cobró el cheque de cinco mil dólares que recibió por los derechos del relato, años después se lo envió al director con una nota: “por si algún día lo necesitas para la fianza”, si eso no es Rock and Roll es que yo no he entendido nunca qué lo es.

PD: Zihuatanejo recibe muchos más turistas desde que se estrenó la película, parece que Red y Andy no consiguieron ser solo grandes amigos, si no que nosotros también sintamos esa amistad.

viernes, 3 de abril de 2020

Irreductible

Hace casi cuarenta años, me tocó vivir una situación parecida a la que estamos pasando ahora, sufría una enfermedad que por entonces se consideraba infecciosa y muy peligrosa para otros niños, lo que me llevó a pasar tres meses en una habitación, con escasas visitas, todas de adultos, y saliendo solo para ducharme después de que se hubieran asegurado de que ninguno de mis tres primos andaba cerca del trayecto entre mi cárcel y la bañera.

Había partes malas:

• Me encontré mal los primeros días, pero a partir de ahí mi estado era saludable, y aunque ya tenía edad para comprender lo que pasaba, era difícil de asimilar.
• Veía a mis tres primos y a mis tres vecinos jugar por allí el fin de semana ¡qué envidia me daba! Aunque luego los días que se iban al colegio les miraba desde la ventana hasta que les perdía de vista, en fin. Tenía el mismo sentimiento con las visitas, cuando sabía que abajo estaba alguno de los familiares o conocidos que me gustaban sufría mucho, eran los únicos momentos en que me venía abajo y lloraba, lo cotidiano sabía que volvía, ¡pero cada visita era irrecuperable!
• No tenía ni una televisión, mi madre había intentado no sin esfuerzo (hizo ese y otros muchos en aquella época) instalarme una que se había traído de nuestra anterior vivienda, pero no pudieron hacerla funcionar y no eran tiempos para comprar otra, dos en una casa, ¡un dispendio!
• Desayunaba, comía y cenaba en cama, evidentemente le cogí manía, me hacía sentir inútil, todavía hoy no me gusta, incluso disfruto desayunar en una cafetería, quizá por culpa de aquello.
• Casi todos los juguetes que tenía eran de exterior o colectivos, con lo que no servían de mucho.

Y también algunas buenas:

• La habitación tenía dos ventanas, y en diferentes fachadas de la casa, lo que me daba un campo de visión bastante amplio.
• Una vecina post-adolescente pasaba el día en la casa aprendiendo a coser con mi tía y no se marchaba ningún día sin subir a verme.
• Era primavera, con lo que no pasé frío, a pesar de que es la casa más fría en la que he estado en mi vida, la humedad en invierno nos calaba hasta los deseos, haciendo que la familia viera la tele apelotonada cual sacos de harina en la trastienda de una panadería; esos tres meses tuvieron un poco más de espacio, bueno, poco, teniendo en cuenta el poco que yo ocupaba, todavía ocupo.
• El espacio no era demasiado pequeño, con lo que tenía un par de metros cuadrados para proclamarme jefe de los montaraces del norte, simular que era el guitarrista de “What you´re proposing?” o incluso ayudar a construir un puente sobre el río Kwai.

Y la MEJOR DE TODAS:

• Leía, leía mucho, y aun así no tanto como me gustaría, tenía que racionar los libros, no había la abundancia de hoy en día, pero ¡como lo disfrutaba! Imagino que aquella etapa me convirtió en el aficionado a la lectura que soy, o me gusta pensar eso, seguro que hay otras razones como el clima gallego, alguna profesora e incluso herencia materna por la afición, pero seguro que ayudó o empujó.

Esta última razón es la que me ha llevado a escribir aquí, y no el confinamiento que estamos sufriendo todos por razones terribles e irremediables para algunos. La situación actual me ha recordado a aquella, claro, pero no en el mal sentido, con mi habitual tendencia a sentirme afortunado, valoro las cosas que tenemos ahora sin lamentarme de no haberlas disfrutado entonces: internet; televisión a la carta; una casa confortable por la que me puedo mover con total libertad sin estar confinado en una sola estancia; acceso ilimitado a libros; poder relacionarme con todas las personas con las que vivo, etc.
Todo ello porque aquella etapa quizá solo sea una de las razones de que sea un aficionado a la lectura, pero es desde luego la que me convirtió en un fan de Asterix, una compañera de mi madre me regaló un ejemplar, lo recuerdo perfectamente, “Asterix y el caldero”, me gustó tanto que a partir de ahí siempre pedía un “Asterix” como regalo para cumpleaños y navidad.



Lo tenía todo:

• Un jefe inútil pero al que todos menos su mujer obedecían, le había tocado ese papel como a cada uno el suyo, nos gusta identificarnos con eso aunque no sea verdad casi nunca.

• Un músico incomprendido.

• Celebraban cada éxito todos juntos.

• Un enemigo mucho más poderoso pero grotesco, todos lo son, lo definía perfectamente el imprudente Obelix cuando repetía “están locos estos romanos"(no Asterix cómo citan muchos que seguramente no lo han leído lo suficiente, cuando conoces a los personajes sabes que Asterix nunca diría algo así).

• ¡Se drogaban! Venga, todos sabemos a qué se refería el autor con la poción mágica.

Y las dos más importantes:

• Una amistad a prueba de bomba, cómo la del dibujante con Goscinny, siempre me he preguntado quién de los dos era Obelix (Quijote) y quien Asterix (Sancho), ya saben, “Os dous de sempre”, aunque también lo he sospechado desde el principio, creo de verdad que Gosciny era el que necesitaba la pócima.

• Y, sobre todo, ERAN VIAJEROS, siempre tenían que ir a algún sitio, pero a participar en algo, hasta su virtud era productiva, también me ha tocado un poco de eso.

Por todo esto, como de bien nacidos es ser agradecidos, uno de los valores que alguna gente parece haber olvidado sobre todo estos días y que creo hay que tener muy presente siempre: gracias Albert UDERZO, gracias por haber creado todos esos personajes, hizo usted muy feliz a mucha gente, uno de ellos un niño confinado en una habitación de una pequeña aldea mucho menos gala, y no sé si irreductible, no creo.

P.D.: Lo primero que hice al poder salir fue subir a un árbol, no sé lo que significa, y tampoco me importa.

jueves, 6 de febrero de 2020

Don José Luis

“Amanece que no es poco” no necesita reivindicación… ahora. No era fácil defender ese tipo de cine cuando la película fue estrenada, y nos daba igual, más que nada porque el propio espíritu de la película dejaba muy claro que ese tipo de cosas nos tenían que dar igual. Es cierto que llegó tan solo dos años después de “El bosque animado”, que en mi opinión es la película que mejor describe la Galicia en la que yo crecí, que sé que hay y sobre todo hubo otras, pero me fueron ajenas, nunca estaré lo suficientemente agradecido por ello, es cierto que el libro ya escribe medio guion, pero luego hay que ser capaz de plasmar eso en un arte diferente, y el director y todo su equipo lo hicieron perfectamente. Volvamos a la primera, en la que ya el título es una mezcla de genialidad y agradecimiento a veces poco apreciada:

Ese mundo en el que todos querríamos vivir, en el que el tonto del pueblo se puede elegir y además va por turnos, porque de otro modo no es justo para el que le toca;
ese mundo en el que alguien además de pertenecer a una etnia determinada es “negro como un tizón”;
ese mundo en el que hay quien quiere hacerse intelectual porque “no tiene nada mejor que hacer”;
ese mundo en el que más de treinta años antes de Instagram, los autorretratos y los blogs presumiendo de viajes, ya había alguien haciendo postales en el campo para que “total nadie fuera a verlos”, anticipando un desinterés que ahora provoca el exceso de información y de ansia por exponer la mejor versión de la vida propia, ya saben, “me gustaría ser tan interesante como cualquiera de mis perfiles”;
ese mundo en el que las fuerzas del orden por innecesarias son un sinsentido que se lía a tiros con el sol porque amanece por el lado contrario al que suele hacerlo;
ese mundo en el que encontró una forma amable, y en una sola frase, de como los padres de aquella generación solían presumir de la cualificación académica y el plurilingüismo de sus hijos "ingenieros en Oklahoma";
ese mundo en el que todo se confabula para que fracase algo tan absurdo como el suicidio;
ese mundo en el que en la escuela se canta y se disfruta, en vez de ser la primera experiencia laboral de la vida;
ese mundo casi ideal quizá no lo creó Don José Luis, pero si supo encontrar la forma de exponerlo, de explicarlo, de incluso saber reírse de él y contárnoslo con humor y cariño, y esa es una de las cosas que más me gustan, en la película queda claro que el creador siente cariño por todos los personajes, de forma diferente, pero cariño al fin y al cabo, y ese cariño queda claro solo teniendo en cuenta que no hay un claro protagonista, todos son necesarios y ninguno contingente, justo al revés de lo que parece que la sociedad pretende actualmente, vivimos días en los que el deporte de equipo no existe, somos la suma de todos los egos individuales compitiendo entre ellos. En esta historia el protagonista es el pueblo, el colectivo, como seguramente no puede ser de otra manera. A lo mejor fui muy afortunado al disfrutarla por primera vez a la edad adecuada, doy gracias por ello, a todos, claro, y especialmente a Don José Luis, por supuesto.