miércoles, 14 de octubre de 2015

Orgullo

Siento una conexión especial con la canción “Pride (in the name of love)” de U2 desde que era un adolescente. Me encantan su exuberancia, su estupenda letra (..te quitaron la vida porque no podían quitarte el orgullo…) y lo bien que funciona en directo. Además, la fecha a la que hace referencia por el asesinato de Martin Luther King “temprano por la mañana” es un día especial. Por cierto, el hotel en el que mataron al pastor solía ser el elegido por mis admirados Allman Brothers Band porque era el único multirracial de la zona, si algún día me paso y todavía existe, tengo claro donde quiero dormir.

Ahora se ha puesto de moda entre los guardianes de la autenticidad despreciar el trabajo de Bono & Co. Ningún problema, ya decía Borges que nunca nos retratamos tanto como cuando hablamos de los demás y ya lo han intentado en otras ocasiones, desdiciéndose sin rubor cuando la evidencia desmonta sus argumentos. U2 han publicado algunas obras maestras y varios buenos discos (entre los que creo que está el más reciente). También han reconducido su carrera y su sonido en varias ocasiones, arriesgando con sus propuestas y sus puestas en escena, y por supuesto han dado cientos de conciertos magistrales por todo el mundo. No pretendo estar de acuerdo en todo con todo el mundo, tampoco con U2 y menos con Bono, pero ninguna actitud ni suya ni de sus críticos me impediría disfrutar de su música y de su directo, aunque cometan errores puntuales como dejar subir al escenario a algunos bufones con afán de exclusividad y protagonismo o no posponer la gira a pesar del evidente bajo estado de forma del cantante (provocado por un accidente en bicicleta), porque siempre voy a encontrar más argumentos a favor; en este caso por ejemplo el disco que presentan y el repertorio, en el que está incluida la canción que nos ocupa, y que no tuvimos la suerte de disfrutar cuando les vimos hace cinco años en San Sebastián.

Por favor no permitan que estos supuestos jueces del talento les quiten la ilusión de poder disfrutar de cualquier artista que les haya hecho pasar un buen rato o incluso superar con menos pesar momentos difíciles de su existencia, sacándoles una sonrisa o creando el ambiente necesario para su estado de ánimo. Uno de ellos hace ya más de veinticinco años despreció mis esperanzados esfuerzos para ahorrar el dinero suficiente y poder desplazarme a ver en directo a The Rolling Stones, según él eran unos viejos patéticos. Mick y Keith rondaban los cuarenta y siete y dieron un estupendo concierto, comparable a los que da ahora Wilco, con un Jeff Tweedy que ya ha cumplido los cuarenta y ocho, y con el mismo erudito asegurando sin rubor que es el mejor músico actual en escena ¿?¿?¿? ¡Ay las hemerotecas! Recuerden que Mark Twain tenía razón cuando decía "dentro de veinte años lamentarás más las cosas que no hiciste que las que hiciste" y que aunque parece que estos artistas vienen muy a menudo no es así, hace ya cinco años de la última visita. No se ustedes, yo tengo suficiente con haberme perdido a The Beatles, Elvis Presley, Sam Cooke y otros muchos.

Como siempre, solo pretendo reflexionar, el talento es cosa de otros, bueno el talento y a veces más virtudes: Durante una gira por USA un racista amenazó con asesinar a Bono durante la interpretación de la mencionada canción en Arizona, el FBI informó de que el caso era especialmente preocupante pero el grupo decidió que debían actuar e interpretar la canción porque no podían ceder ante esa clase de chantaje, sobre todo pensando en el significado de la letra. Bono no pudo evitar cerrar los ojos para cantar la estrofa más famosa, cuando los abrió, Adam Clayton estaba de pie delante de él. Ahora, y a pesar de que los involucrados lo han contado en una biografía, hay quien cuestiona que el episodio sucediera, pero ya se imaginarán lo que decidiría yo si tuviera que elegir entre la verdad y la leyenda.