domingo, 2 de marzo de 2014

Casi nada

"Ni un pelo de tonto"
"Happiness"
"El gran Lebowski"
"Magnolia"
"Casi famosos"
"Empire Falls"
"Antes que el diablo sepa que has muerto"
"La guerra de Charlie Wilson"
"Radio encubierta"

La primera vez que vi a Philip Seymour Hoffman fue en un bodrio titulado "esencia de mujer" en el que su interpretación era lo único reseñable aunque premiaron otras, ya saben, fue el famoso año de la frase "Si John Wayne tuvo que quedarse tuerto para ganar un Oscar, Al Pacino ha tenido que quedarse ciego". Lo curioso fue que en aquel momento no me di cuenta de lo buena que era esa interpretación, su físico le ayudaba y poco después hizo otra muy parecida en "Ni un pelo de tonto", por lo que le creí encasillado. Descubrí que era uno más de entre los registros que tenía como actor cuando empecé a disfrutarle en otros papeles.

Últimamente, y como bien decía Richard Curtis, abusaba un poco de su condición de actor oscarizado, como bien se puede ver en la divertidísima "Radio encubierta", película por la que, como todos los que me conocen comprenderán, siento una especial debilidad. Estoy seguro de que hubiera superado ese bache en cuanto le ofrecieran otro papel que le motivara.

Dibujó una caricatura estupenda para su papel en "El gran Lebowski", rozó la perfección en "Magnolia" y "Casi famosos", cogió el relevo generacional con humildad y respeto en "Empire Falls", participó activamente en hacer maravillosa esa casualidad que es "La guerra de Charlie Wilson", y fue imprescindible para convertir en una obra maestra esa maravilla que es "Antes que el diablo sepa que has muerto", aunque pasara practicamente inadvertida.

Sentí algo especial al enterarme de su muerte, algo parecido a lo que sentí con otras como la de Levon Helm o James Gandolfini, tal vez no eran perfectos, pero eran reales, transmitían lo que sus personajes sentían, casi nada.